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Un tenis “feo” sobre el presente urbano

Un tenis “feo” sobre el presente urbano

31 julio, 2018
por Carolina Haaz

Hoy y siempre, las siluetas de la moda y la arquitectura delinean los síntomas de su presente. Un ejemplo seguro: la connotación de poder que refirieron las hombreras prominentes posicionadas en las prendas femeninas de los años 80; su símil arquitectónico está en la verticalidad de los rascacielos que dibujan el horizonte de las ciudades más potentes económicamente. Creados y percibidos como símbolos, los objetos de éstas y otras disciplinas creativas forman parte de un sistema de significados construidos por las sociedades. ¿Qué decir del recientemente viralizado tenis “feo” de Louis Vuitton? 

Es grotesco, es enorme y esa es la intención. Los volúmenes del Louis Vuitton Archlight tienen cierta poética que probablemente no habría desagradado a Zaha Hadid. Es fácil sugerirlo luego de ver los diseños de calzado que la propia arquitecta creó de la mano de marcas como Melissa Shoes, Charlotte Olympia o los impresores en 3D United Nude. Detrás de la peculiaridad del Ugly Dad Sneaker, como los medios especializados han bautizado a éste y otros modelos similares firmados por Balenciaga, Acne Studios, Dior Homme y Lanvin, está un pico económico que comenzó a formarse en 2013 con el Ozweego, un prototipo fornido que fue el punto de partida para alejar a las marcas de lujo de la tendencia de calzado —ya deportivo— de formas limpias y minimalistas. 

El lujo y la cultura de la moda urbana nunca habían estado tan conectadas como ahora. “La única forma de seguir siendo relevantes como una casa de moda es mirando hacia adelante, pensar en el ahora y en el futuro”, dijo Lucas Ossendrijver, director creativo de la rama masculina de Lanvin, que creó su propia versión de esta tendencia para otoño-invierno de 2017. 

En los últimos años las grandes casas de moda han prestado todavía más atención a lo que sucede allá abajo, en el streetwear. Así es como se le llama en la industria a las prendas gestadas por la calle y para la calle, por los que no tendríamos qué pagar una suma considerable de dinero. Se trata del lenguaje del vestir que articulamos en el cotidiano para salir al supermercado, montar la bicicleta como una forma de movilidad dentro de un pequeño croquis personal, y cada vez más para un sector en crecimiento que trabaja como freelance en una compañía que hace uso de oficinas compartidas en un contexto urbano, un recurso que ha tomado notoriedad en la Ciudad de México.

¿Cómo pensar en el futuro desde el diseño? Naturalmente, desde el presente. Bajo la luz de estas populares zapatillas deportivas, el lujo y la moda urbana nunca habían estado tan conectadas. Sin palabras, subyace un comentario sobre “estar afuera”, en la calle, habitar el espacio físico desde el espacio digital, con videos que desaparecerán en un pocas horas. Pero también, al ser el nuevo objeto de deseo que satura las redes sociales, es un signo que participa de las tensiones sociales y económicas del presente: la imparable procrastinación tecnológica y los maquinales ritmos de trabajo online las 24 horas. 

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