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Un ataque a la salud pública

Un ataque a la salud pública

8 febrero, 2016
por Juan Palomar Verea

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Publicado originalmente en El Informador

Desde la antigüedad, se sabe que la fealdad y el deterioro conducen a la degradación de una comunidad. También se sabe que el desorden propicia un mayor desorden, físico y espiritual. Los anuncios llamados “espectaculares” son un desarreglo de los organismos que son las ciudades. La muestra patente es que están prohibidos en todos los entornos urbanos que en el contexto nacional e internacional se respetan. Por elemental salud pública.

¿Por qué Guadalajara padece la permanente plaga de los “espectaculares” que por tantos lados echan a perder la prestancia y la dignidad urbanas? La respuesta es muy fácil: por dinero, por mucho dinero. ¿Y quiénes lo ganan? Un muy reducido grupo de personas: los anunciantes, algunos publicistas, los dueños de las propiedades en donde se instalan. (Se supone que los ayuntamientos reciben –increíblemente- algunas cuotas por permitir esta práctica perjudicial; y a juzgar por la enorme cantidad de anuncios sin licencia el pago de “derechos” debe ser aún más ridículo.) ¿Y quiénes no solamente salen perjudicados sino que costean directamente su propia degradación? Cerca de cuatro millones de habitantes de la ciudad.

Resulta increíble la corrupción que guarda este tema: cientos de anuncios, a la vista de todos, que la autoridad tolera, cientos de casos en los que se viola flagrantemente la reglamentación aplicable. Tráfico consuetudinario de anuncios de este tipo para difundir mensajes de candidatos y partidos políticos. Utilización de tubería de desecho y fuera de norma para sostener las peligrosas estramancias…

Por ejemplo: ¿qué autoridad en San Pedro Tlaquepaque o en Zapopan –por mencionar sólo dos municipios conurbados- permite que se instalen sobre propiedad pública, en los nodos de entrada y salida a la ciudad, estos anuncios? ¿Por qué casi todos los puentes peatonales son ahora meros sostenes –muchas veces sin capacidad estructural- de paneles publicitarios? ¿Quién cobra por esta utilización y cuánto? ¿A dónde va a dar ese dinero?

Supongamos que los ayuntamientos cobran por los anuncios puestos en propiedades públicas o en los puentes y que tales cantidades ingresen a las arcas municipales. Cualquier monto es irrisorio al lado de los costos sociales que estas prácticas provocan.

Por demasiado tiempo se le ha perdido el respeto a Guadalajara. Cualquier gente de mediana cultura es consciente de que atacar la dignidad de los entornos urbanos perjudica la calidad de vida de todos, la salud pública. Los anuncios “espectaculares”, o mantas que cubren edificios completos u otros reclamos igualmente perniciosos, producen una capa de confusión visual y desorden que devalúa permanentemente a la ciudad que tantos han trabajosamente tratado de edificar con decoro.

Algunas de las actuales autoridades han comenzado a atacar el problema. Película ya vista. Es necesario, con el apoyo expreso de la ciudadanía, realizar acciones mucho más radicales. El ejemplo de Sao Paulo, Brasil, puede ser muy útil: allí retiraron todos los “espectaculares” de un decidido plumazo. La larga permisividad, la apatía y la corrupción en estos campos constituyen una complicada inercia. Recientemente se han producido vistosas campañas para impedir la construcción en Los Colomos. Muy bien: ¿Y los “espectaculares”, cuyo perjuicio es inmenso?

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