El proyecto Santa Catarina se emplaza en un sector de las faldas del Tepozteco, a cien kilómetros de la Ciudad de México. Es una casa de vacaciones en un sitio rodeado por vegetación endémica del lugar. La construcción inició en el año 2009 con un muro de contención ya existente en el terreno, el cual permitía una planicie en las faldas del cerro. Gruesos muros de piedra volcánica, una losa de concreto y pintura a la cal, conforman esta casa que no tiene ni puertas ni ventanas.

A la entrada de la vivienda, pasando un gran muro, se encuentran dos sombrillas-macetas de concreto, en parte como un objeto escultórico. Más adelante, una celosía neo-maya hecha en fibra de vidrio, que fue recuperada por Emmanuel de la fachada de un edifico en Ciudad de México, representa los cuatro puntos cardinales: cada uno se relaciona con un dios y un simbolismo. Tras entrar a la casa, se llega a una galería con una perspectiva única. El muro principal de este eje está al interior y fue el primero en ser construido, también pintado a la cal.

Los muros permanecieron dos años sin techo, a la intemperie. Durante este tiempo creció el musgo marcando las dos estaciones que hay en México: un degradado de verdes, en época de lluvias, y en temporada de sequía una gran variedad de grises cuando se seca el musgo. Este muro muestra la impresión de las temporadas, es una pared evolutiva con una patina viva y con respiración propia. Al continuar por la galería se llega a un gran espacio que es el salón, la cocina, los dos cuartos y un patio interior, que divide las galerías y las habitaciones.

El proyecto cuenta con decenas de echaderos, que permiten descansar durante el día o dormir durante la noche. Sobre la galería un gran techo sirve como terraza abierta con vistas a 360º, a este lugar se llega por las escaleras ubicadas en el patio interior. Desde ese patio también se llega a otro espacio aun sin acabar, donde se construirá un dormitorio pensado para recibir a veinte personas. Saliendo por la galería cerrada se llega a otra, abierta, a unos metros de la alberca, profunda a manera de bebedero para animales.

Recientemente, se agregó un corredor exterior conectando la casa principal con un pabellón dedicado a recibir a los invitados para las comidas. La próxima construcción por venir será una sala de conciertos al aire libre, la cual tendrá un aforo para 30 personas y donde también se proyectarán películas durante las noches. Santa Catarina representa para su creador un territorio de juego y reflexiones acerca de las múltiples maneras de celebrar la joie de vivre y la arquitectura emocional.

Puedes encontrar este proyecto en nuestra Revista Arquine No.86 Formas Domésticas.