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Rafael Mijares (1924–2015)

Rafael Mijares (1924–2015)

10 noviembre, 2015
por Arquine

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Durante más de treinta años asociado de Pedro Ramírez Vázquez, con quien colaboró en proyectos emblemáticos como los museos de Antropología y Arte Moderno –ambos en el Bosque de Chapultepec y terminados en 1964–, la Secretaría de Relaciones Exteriores, en Tlatelolco, o el Estadio Azteca. Rafael Mijares fue un arquitecto de grandes obras y un gran arquitecto cuyo nombre, sin embargo, no resulta tan conocido para el gran público.

Nació en ciudad de México, en la colonia Santa María la Ribera, en 1924. Fue el tercero de ocho hermanos y estudió en al Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que se recibió en 1948. Entre sus profesores estuvieron Mario Pani, Enrique del Moral, José Villagrán y Augusto H. Álvarez. Al salir de la escuela colaboró con arquitectos como Carlos Reygadas o Antonio Pastrana y en los despachos de Enrique Carral, Augusto H. Álvarez y Juan Sordo Madaleno, quienes realizaban algunos proyectos como asociados. Con estos últimos, trabajó por más de cuatro años. “De ellos recibí la principal influencia de lo que sería mi quehacer arquitectónico,” dijo.

Entró al despacho de Ramírez Vázquez como dibujante y terminó siendo su socio. Junto con aquél, además de los edificios mencionados, Mijares desarrolló proyectos de mercados, escuelas, museos, vivienda y pabellones para exposiciones, entre muchos más. También colaboró con Francisco Serrano en el diseño del edificio de la Universidad Iberoamericana de Santa Fe, en la ciudad de México. Fue también profesor en la UNAM y en la Iberoamericana.

En un apunte autobiográfico que aparece en su sitio en la red, Mijares escribió: “Muy largo sería relatar las múltiples experiencias de viaje que realicé en la investigación de los programas arquitectónicos de todas las obras realizadas, sin embargo me gustaría resaltar lo enriquecedor que esto fue, para mi cultura general y para mi profesión en particular. La práctica de diferentes idiomas, la convivencia con gente tan diferente a nosotros y la posibilidad de admirar las grandes obras europeas, tanto de la antigüedad como del presente. Y todo esto gracias a la carrera elegida: la arquitectura. El gozo del pasado y del presente expresado y experimentado a través del placer estético que conforta a los sentidos y al espíritu.”

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