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Miró Rivera Architects: construyendo una nueva Arcadia

Miró Rivera Architects: construyendo una nueva Arcadia

11 enero, 2021
por Juan Ignacio del Cueto

Publicado por University of Texas Press en las postrimerías del contagioso 2020, Miró Rivera Architects. Building a New Arcadia condensa, en 20 obras, 20 años de labor de un despacho estadounidense fundado por dos arquitectos hispanos en una ciudad tan peculiar como Austin, Texas, la “nueva Arcadia” del título. Es un gran libro, tanto por su elegante formato de art book como por su jugoso contenido que reúne textos de Michael Sorkin (antes de que nos lo arrancara el Covid), Juan Luis de las Rivas, Juan Miró y Nina Rappaport, así como un evocador ensayo fotográfico con dos docenas de obras captadas por Sebastian Schutyser con una cámara estenopeica (“pinhole camera”, sin lente) y una sabrosa entrevista de Carlos Jiménez a los socios del estudio: el español Juan Miró y el puertorriqueño Miguel Rivera. Ambos nacieron en el verano de 1964, con tres semanas de diferencia y a 7,000 kilómetros de distancia (los que separan Barcelona de San Juan), se conocieron en 1991 en Nueva York trabajando para Gwathmey Siegel Architects, trabaron amistad y acabaron emparentando pues Juan se casó con Rosa, la hermana de Miguel, especialista en arte latinoamericano que ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la exitosa sociedad.

Aunque nació en Barcelona, Juan vivió desde pequeño en Madrid donde hizo la carrera mientras trabajaba con su padre, el arquitecto Antonio Miró quien hizo algunas obras icónicas en la España de la segunda mitad del siglo XX, en sociedad con Fernando Higueras. Recién titulado, Juan ganó una beca Fullbright para cursar un posgrado en Yale donde tuvo como profesor a Charles Gwathmey, uno de los famosos “Five Architects” neoyorquinos (la quinteta la completaban Peter Eisenman, Michael Graves, John Hedjuk y Richard Meier). El maestro invitó al alumno a colaborar en su despacho, donde ya trabajaba Miguel tras haber estudiado en la Universidad de Puerto Rico y en Columbia. Al poco tiempo de conocerse, el boricua fichó por otro estudio de las “grandes ligas” (Mitchell Giurgola Architects, donde llegó a ser asociado) mientras que el español quedó a cargo del proyecto para la residencia de Michael Dell, el flamante dueño de Dell Computer Corporation, que se construiría en Austin. Juan y Rosa quedaron prendados con esa “ciudad paisaje” (landscape city) y decidieron cambiar la jungla de asfalto y el skyline de la gran manzana por los suaves horizontes boscosos de la bucólica capital texana. Juan se independizó y formó su propio estudio con el apoyo de Rosa, para lo que compraron una vieja casona que ya funcionaba como oficina en uno de los suburbios históricos de la ciudad y la adaptaron para su nuevo uso. No la tuvieron fácil, pero lograron convencer a Miguel de que dejara Manhattan por Austin para asociarse y fundar Miró Rivera Architects (MRA).

LifeWorks, Austin, Texas

 

“Keeping it weird” (conservémosla rara —o peculiar) es el grito de batalla de los residentes de Austin que intentan mantener la identidad de su ciudad frente a las grandes metrópolis texanas que la circundan: San Antonio, Houston y Dallas. Es la capital del vastísimo territorio de Texas —segundo estado más grande de la Unión Americana— que fue novohispano hasta 1821 y después mexicano hasta 1836 cuando logró su independencia, solo una década antes de convertirse en la 28ª estrella de la bandera estadounidense. Stephen Austin, líder de la independencia texana, da nombre a esa “nueva Arcadia” (el mítico paraíso terrenal de la antigua Grecia) a la que hace referencia el título del libro. Es una rara avis que choca con el estereotipo kitsch y extravagante de Texas: culta y sofisticada, ha crecido mucho en lo que va de siglo y está calificada como una de las ciudades con mejor nivel de vida en Estados Unidos. Centro de innovación tecnológica, sus famosos festivales —como el Austin City Limits Music Festival— la convierten en la capital mundial de la música en vivo (“Live Music Capital of the World” es otro de sus slogans junto al famoso “Keep Austin Weird”). 

Además, es sede del campus más importante de la Universidad de Texas, lo que hace que la población estudiantil le inyecte a la ciudad una efervescencia juvenil impagable. Su Escuela de Arquitectura (UTSoA) es una de las “top ten” del país, y Juan Miró forma parte de su claustro de profesores desde hace más de veinte años (antes incluso de asociarse con Miguel). Su veta académica se deja sentir en esta publicación con el ensayo “The Landscape City” en el que explica este concepto aplicado a Austin y la relación de sus habitantes con su rico entorno natural (boscoso y fluvial), apoyado en magníficas vistas aéreas de la zona metropolitana captadas por el fotógrafo Iwan Baan. Su análisis se completa con una especie de taxonomía urbana que toma como referencia diez residencias diseñadas o remodeladas por MRA (incluidas las de los dos socios); cada una de ellas es presentada con una fotografía y dos planos: uno de conjunto que abarca 10 acres (4 hectáreas) para entender el contexto y la densidad del barrio en que están insertas, y una planta arquitectónica a mayor escala para apreciar la distribución de los espacios interiores y exteriores de la casa. 

Residence 1446, Autin, Texas. Plano de conjunto y planta arquitectónica.

 

El foco del libro con el que MRA celebra sus dos primeras décadas de actividad se centra en veinte proyectos seleccionados que van desde un baño público o un pequeño puente peatonal hasta un circuito de Fórmula Uno, pasando por casas-habitación (sus encargos más frecuentes), muelles recreativos (Lake Austin Boat Dock), centros culturales o religiosos (Performing Art Center para las escuelas públicas, Chinmaya Mission para la comunidad hindú), ranchos texanos (no podían faltar en tierra de agricultores y vaqueros) y edificios de usos mixtos (LifeWorks para una ONG texana, Citica para un grupo regiomontano). Están presentados sin un orden particular (ni cronológico, ni tipológico, ni de escala) y con un apoyo gráfico de excelente calidad: un centenar de dibujos (croquis, planos, cortes constructivos axonométricos) reproducidos a una escala generosa para poder analizarlos detalladamente, y más de 200 fotografías a todo color. Casi todas las obras se ubican en el área metropolitana de Austin o sus alrededores, excepto un puñado que está en las ciudades circunvecinas (una parada de autobús en San Antonio, la “casa vertical” en Dallas, dos residencias en Houston) y dos que se construyeron en Monterrey, al otro lado del Río Bravo (o Río Grande, según el punto de vista de acá o de allá) que divide Texas y Nuevo León. Estos ejemplos mexicanos, realizados en colaboración con el despacho regiomontano Ibarra Aragón Arquitectura, representan el principio de la internacionalización de un estudio que pretende seguir manteniendo su escala doméstica más allá de las fronteras y de la dimensión de los encargos.

Casa vertical, Dallas, Texas. Axonométrico y detalle.

 

Curiosamente fueron sus proyectos de menor escala los que dieron visibilidad internacional a MRA, ambos concebidos como piezas de land art: un baño público (Trail Restroom) en el parque urbano Lady Bird Lake que recuerda las esculturas de Richard Serra, y el puente peatonal que une la casa principal y la de invitados en una propiedad a las afueras de Austin (Residence 1446), realizado con una sencilla estructura metálica y varillas que, doblándose hacia arriba o hacia abajo, forman el tablero y el barandal del puente recordando los juncos que abundan en esa zona de humedales. En el otro extremo de la balanza está la obra más mediática de MRA: el espectacular Circuito de las Américas con el que Austin recibe el Gran Premio de Fórmula Uno de los Estados Unidos desde 2012. El mérito de los arquitectos fue diseñar un sistema modular que permitiera construir y ampliar en breve tiempo las instalaciones necesarias según los requerimientos que se fueran presentando (gradas, locales comerciales, baños y servicios), pero además propusieron aprovechar la oportunidad para convertir en parque público un espacio enorme que se usaría solo en contadas ocasiones, por lo que diseñaron un foro abierto para realizar conciertos y actos masivos rematado por una torre-mirador de 250 pies de altura (poco más de 75 metros) que permite tener estupendas vistas tanto del circuito como del paisaje que lo rodea, y que se ha convertido en un hito para Austin.

Foro y torre mirador. Circuito de las Américas, Austin, Texas.

 

La publicación recoge reflexiones sobre la labor de Miró Rivera Architects de dos grandes figuras que ha perdido la arquitectura estadounidense: Charles Gwathmey (1938-2008) y Michel Sorkin (1948-2020). En su ensayo “Monks and Cowboys” (monjes y vaqueros), Sorkin sostiene que “cualquiera que sea la intensidad o complejidad del proyecto, los recursos nunca se desperdician; se utilizan de forma precisa y económica (la suntuosidad también implica economía). Sus formas evolucionan, pero siempre dentro de un rango natural que se expande gradualmente con nuevos conocimientos y experiencias”. Por su parte, Gwathmey escribió hace años: “el trabajo de MRA es poético, reflexivo, riguroso y variado. No se trata de tamaño sino de contenido, y explota la idea de que las limitantes brindan oportunidades de diseño y creación”. Este libro permite constatar ambas afirmaciones.

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