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Isaac Asimov: no lo sé, pero puedo adivinar

Isaac Asimov: no lo sé, pero puedo adivinar

2 enero, 2020
por Arquine

El 16 de agosto de 1964, Isaac Asimov publicó un texto en el New York Times tras visitar la Feria Mundial de Nueva York. Asimov se preguntaba cómo sería la vida cincuenta años después, en el 2014. “No lo sé, pero puedo intentar adivinar,” dijo.

“Se me ocurre que los hombres continuarán retirándose de la naturaleza para crear ambientes que les resulten apropiados. En el 2014, paneles electroluminescentes serán de uso regular. Los techos y los muros brillarán sutilmente y con una variedad de colores que cambiarán con el toque de un botón. Las ventanas ya no serán más que un toque arcaico e incluso cuando existan estarán polarizadas para bloquear la fuerte luz del sol. El grado de opacidad podra incluso hacerse variar de manera automática de acuerdo a la intensidad de la luz que reciban.”

Asimov menciona una casa subterránea que se exhibía en la Feria. Según Jen Carlson, la casa subterránea había sido financiada en parte por Jerry Henderson, fundador de Avon Cosmetics, y fue construida por los hermanos Jay y Kenneth Swayze. En el folleto que la presentaba se lee que “la necesidad para una mejor vida, la voluntad de controlar la manera de vivir, ha llevado a la gente a alejarse de climas poco saludables o agradables, del aire contaminado por desechos, de las invasiones a la privacidad y de los asaltos del ruido. Ese movimiento puede ser cruzando el continente, cientos de millas, o sólo unos cuantos pies…” ¡hacia abajo! Asimov imaginó que en el 2014 habría ciudades enteras subterráneas “incluyendo jardines vegetales cultivados mediante luz forzada,” mientras que la superficie estaría “dedicada a agricultura a gran escala, prados y parques, con menos espacio desperdiciado en la ocupación humana”.

También habla de gadgets que “continuarán liberando a la humanidad de trabajos tediosos. Se diseñarán unidades de cocina que prepararán “autocomidas”, calentando agua y haciendo el café.” Según Asimov, los desayunos serían “ordenados” la noche anterior para estar listos a una hora específica a la mañana siguiente, aunque sospechaba “que incluso en 2014 aún será aconsejable tener un pequeño rincón en la unidad de la cocina donde se puedan preparar a mano las comidas individuales.” Escribió que “los robots no serán comunes ni muy buenos en 2014, pero existirán.” Y agregaba que “si las máquinas son tan inteligentes hoy, ¿qué puede no estar en proceso dentro de 50 años? Tales computadoras serán miniaturizadas y servirán como «cerebros» de los robots.”

En The Caves of Steel —novela parte de la serie Robot— publicada diez años antes, en 1954, Asimov escribió:

“No puedes dispersar 8 mil millones de personas sobre la Tierra en pequeños domos. […] La eficiencia fue forzada en la Tierra por el aumento de la población. Dos mil millones, tres mil, incluso cinco mil puede sostenerlos el planeta bajando progresivamente el nivel de vida. Pero cuando la población llega a 8 mil millones la semi-hambruna llega a ser la realidad de cada día. Hace falta un cambio radical en la cultura del hombre. […] El cambio radical ha sido la formación gradual de Ciudades a lo largo de miles de años de la historia de la Tierra. La eficiencia implicó el gran tamaño. […] Más y más pueblos, villas y «ciudades» de la Tierra terminaron devoradas por las Ciudades. La cultura de las ciudades significó óptima distribución de comida, utilizando levaduras y cultivos hidropónicos. […] Cada ciudad se volvió una unidad semi-autónoma, económicamente autosuficiente. Podía techarse, enterrarse. Se convirtió en una cueva de acero, una tremenda cueva autocontenida de acero y concreto. Se dispuso científicamente. Al centro había un enorme complejo de oficinas administrativas. Orientados cuidadosamente en relación uno al otro y al conjunto había grandes secciones residenciales conectadas por autopistas y caminos locales. A las afueras había fábricas, plantas hidropónicas, cultivos de levadura, plantas de energía. A través de todo el conjunto había ductos de agua y drenaje, escuelas, prisiones, tiendas, líneas de alimentación y rayos de comunicación.

No había duda: la Ciudad era la culminación del dominio del hombre sobre el entorno. No el viaje espacial, no los cincuenta mundos colonizados que no eran tan independientes, sino la Ciudad.”

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