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Dominique Perrault y la Cité de París

Dominique Perrault y la Cité de París

9 abril, 2017
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria

Presentado por:



Captura de pantalla 2017-04-09 a las 9.28.19 a.m.Captura de pantalla 2017-04-09 a las 9.27.29 a.m.© Dominique Perrault Architecture / ADAGP

Miquel Adrià: Actualmente trabajas en un proyecto muy ambicioso de reciclaje integral de la Cité de París, en el que tejes y repiensas la isla fundacional de Lutecia, por debajo de Nôtre Dame y la Sainte Chapelle.

Dominique Perrault: Es una solicitud directa del Presidente de la República para estudiar el potencial subterráneo en la Cité. Se trata de extraer el potencial de la ciudad que está debajo, vaciando el programa de algunos edificios, tanto del Palacio de la Justicia, como del edificio de la policía y del hospital que ya solo se usa una parte. Se reconocen las capas de la ciudad fundacional de Lutecia, los trabajos de Haussmann, y los edificios patrimoniales como la Sainte Chapelle o la Catedral, para entender la isla desde una nueva perspectiva territorial. Ya no se trata de resolver el problema parcial de uno de los edificios, sino de revelar la isla como un territorio completo. Una manera de revivir la isla sin transformarla. En París tenemos 30 millones de turistas al año, 14 millones de visitas a Nôtre Dame, más que a la Tour Eiffel. Cualquiera pensaría que la Cité es una isla muy densa, sin embargo no lo es, no viven más de 1,000 personas. Igual que en el Louvre, donde el corazón es la pirámide sobre el vacío central, en la Cité proponemos que el espacio público se desarrolle en una nueva plaza que conecta los edificios más singulares. Además, con el Metro y los estacionamientos subterráneos del Palacio de Justicia, sólo hay que conectarlos y darles otro uso, abriendo a su vez el subsuelo hacia el rio Sena. Es un proyecto para 2040 en el que imaginamos una isla sin coches y sobre todo sin estacionamientos que invaden tanto la superficie como el subsuelo. Será una isla de vidrio, con cúpulas, que dialogará con la isla de piedra. Al entender la ciudad en sección, se puede imaginar un nivel a pie de calle o subterráneo, por donde circularan los turistas, y otro por encima que seguirá funcionando con las circulaciones del Palacio de Justicia. La arqueología, lo existente y nuestra propuesta se fundirán en un proyecto que dialogue con el patrimonio.

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M. A.: ¿Cómo puede encargarte un proyecto para 2040 el Presidente Hollande, que termina su mandato en 2017?

D. P.: Hay temas políticos complejos, pero por lo pronto puede dar instrucciones para que algunos equipamientos se trasladen a otras áreas de la ciudad y darle una proyección más cultural a la isla. Se podría empezar por el paseo sur eliminando los estacionamientos de los que trabajan en esos edificios y se crearía un Alto Comisionado con la Alcaldía de París para dar seguimiento al proyecto. Cambiaría la ciudad con la creación de riqueza en un lugar que en principio no existía, con 400,000 metros cuadrados nuevos en el área más céntrica de Paris. Realmente no se trata de perforar mucho, es un trabajo epidérmico en el que simplemente se trabaja y activa debajo de la piel, que actualmente es el suelo de la ciudad.

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M. A.: En ciudades como París nunca partes de la nada, siempre hay prexistencias. ¿Cómo entiendes la relación entre la arquitectura contemporánea y la historia? ¿Cómo debe ser la relación con el patrimonio?

D. P.: Debe ser una relación de respeto, cultivada. No de conservación sino de transformación. El patrimonio es un material de trabajo, como puede serlo el paisaje o el contexto. Lo que existe puede tener valor pero debe poder intervenirse. Es un poco como el paisaje: ante un paisaje hermoso, hay que respetarlo, no tocarlo, tratando de desaparecer, de modo que amplifique con mi intervención su belleza. Pero si el paisaje es horrible hay que transformarlo. Igualmente sucede con el patrimonio: hay que respetar, enmarcar y, eventualmente, puedes intervenir por debajo, transformándolo en otra cosa sin olvidar su precedente. Estamos en un mundo donde no hay una dicotomía entre lo natural y lo artificial: todo es artificial. Desde el momento que conocemos y mapeamos todo el planeta, vivimos en un mundo finito y artificializado. Para preservar el planeta tenemos que producir naturaleza, hay que construirla. Una relación paradójica donde la arquitectura es el arte de la transformación. Una arquitectura que no transforma, no existe. No hay nada que descubrir en el planeta. Es nuestro porvenir y nuestro futuro somos nosotros mismos. La noción de growndscapes permite transformar las ciudades dentro de su perímetro, sin dejar que sigan creciendo absurdamente. Una metrópolis perfecta es aquella en la que prácticamente no te desplazas, en la que todo esta arriba o abajo, donde tienes actividades a veinte metros por debajo de la calle o varios pisos por encima.

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