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Columnas

Cueva de cristal

Cueva de cristal

5 julio, 2015
por Jerson Hondall | Twitter: JersonHondall

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Existe una mariposa cuyas alas carecen de escala de color. A través de ellas los objetos se muestran difusos. Indeterminados. Ocurre pues un juego óptico entre lo transparente y lo translúcido. Entre lo que se alcanza a ver y lo que no. Entre lo nítido y lo borroso: dicotomía vuelta el escenario de la presentación de la colección masculina Primavera/Verano 2016 de PRADA.

Un horizonte difuso se alzó sobre los asistentes al evento: una sucesión de estructuras de fibra de vidrio y policarbonato colgaban del techo simulando así una serie de estalactitas en una cueva. De nombre “Hangar Indefinido”, la instalación realizada por AMO –división de investigación de OMA– fue más que un ornamento. Las piezas, de diverso tamaño y también de desigual textura, fueron concebidas a partir de la reflexión sobre el espacio continuo.

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Invadiendo el techo con elementos que volvían el paisaje poco diáfano, se pretendió modificar la percepción del espectador, quien al estar dentro de esa cueva de cristal, estaba imposibilitado para percibir la totalidad del área en la que se encontraba. Posicionados a diversas alturas, los paneles interrumpieron la visión acostumbrada a lo constante; la mirada habituada a la inspección lineal se transformó en una indagación abrupta, se interceptó lo continuo. A la vez, resulta peculiar la yuxtaposición dada por los materiales –ciertamente antagónicos– de la instalación: la fragilidad propia del vidrio aquí se muestra imponente sobre el concreto que le da forma a la pasarela y a los asientos.

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No es la primera vez que el despacho holandés de arquitectura colabora con la marca italiana fundada en 1913. Desde hace veinticinco años, Rem Koolhas y Miuccia Prada –fundadores de los espacios creativos en cuestión– han forjado una relación de trabajo que constantemente estudia y propone nuevas posibilidades para comprender el uso expositivo y propositivo de la arquitectura en la industria de la moda.

Sea a través de una plataforma que flota sobre una piscina, una sucesión de vestíbulos simétricos que producen una sensación de infinito, o incluso a través de un proyecto de mayor escala como es la recién inaugurada Fundación Prada en Milán, la colaboración entre el arquitecto holandés y la diseñadora de modas subraya la importancia de ir más allá de cualquier convencionalidad para así darse el lujo de incomodar: imponiendo lo débil a lo fuerte, volviendo borroso lo transparente, recordando así que incluso en aquello que no se alcanza a ver bien se encuentra una cierta forma de verdad y belleza.

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Fotografías de Alberto Moncada, cortesía de OMA

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