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Roma, Ciudad Eterna

Roma, Ciudad Eterna

20 octubre, 2013
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci

EL 18 de octubre viajo a Roma, con una delegación de arquitectos del CAM-SAM, a la exposición de arquitectura mexicana contemporánea y un ciclo de conferencias. Me da pena no hablar italiano, pero puedo hablar el español un poco cantado para simular que es italiano. Voy con ganas de volver a ver el Panteón de Agripa: allá por el año 126 el emperador Adriano autorizó su reconstrucción y no quiso que su nombre apareciera en la remodelación —¡ah! si nuestros políticos aprendieran de la historia. Mi pensamiento vuela a la otra gran bóveda de la Roma moderna: la de Nervi en el Palacio de los Deportes para los Juegos  Olímpicos de 1960.

Regreso a Roma para encontrarme con otro espacio clave en el diseño urbano: la plaza del Capitolio, de Miguel Ángel, con su pavimento que une los edificios disímbolos y una escalinata  de insuperable elegancia y belleza. Veré también la pequeña iglesia de San Carlo de las cuatro fuentes de Borromini, cuyo tamaño en planta es como el de una columna de las de San Pedro.  ¡Imagínense! Desde luego, siguiendo las enseñanzas del maestro Ricalde, iré al Trastévere a ver el Tempieto de Bramante y a comer una pasta Pepe Calcio —la pasta romana por antonomasia— para luego regresar al centro y caminar por la plaza Navona comiendo un gelato tartufo de por ahí. En fin regreso a Roma para contemplar todos los rincones de esta majestuosa ciudad de las siete colinas, con capas de historia; calles que terminan en  edificios, en avenidas, que generan cierres barrocos por todos lados a donde mires: llegas al final de una calle, das vuelta a la  izquierda y te topas de frente con lo inesperado. Una ciudad que todos los arquitectos conocemos por el plano de 1748 de Giamattista Nolli. Una ciudad que a Bernini se la pusieron en charola de plata. Una ciudad donde de improviso te sientes Marcello con Anita y sus bellas tetas en la Fontana di Trevi y  acabas en algún bar gozando ser arquitecto y poder llevarte para siempre un pedazo de la Ciudad Eterna.

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