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La plaza tomada

La plaza tomada

19 junio, 2013
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

Cuando por fin, tras 104 años, murió Niemeyer, entre todos quienes hablaron de su gran arquitectura, hubo algunos, pocos, quienes comentaron que no sólo era grande sino desmesurada, fuera de escala. Una arquitectura escultórica, como de pintura de De Chirico. Por ejemplo, a los pocos días de la muerte de Niemeyer, en Architect, la revista del Instituto Americano de Arquitectos, Carolina Miranda comentó[1] la contradicción entre la ideología del arquitecto —comunista— y su arquitectura, que parece no ofrecer lugar alguno para la comunidad. Miranda cita a David Underwood, quien dijo que “pese a la retórica que anunció que la nueva ciudad crearía una sociedad democrática e igualitaria, Brasilia era una ciudad nacida de ambiciones imperiales y que como tal no podía mas que mantener las estructuras coloniales existentes.” El vacío de la arquitectura de Niemeyer no era, pues, sólo el de las deshabitadas fotografías que prescribió el canon en la gran mayoría de las publicaciones arquitectónicas del siglo pasado, sino que era un vacío tan monumental como sus edificios mismos y que parecía imposible de llenar. Y sin embargo se llenó.

También en Architect, se publicaron algunas fotos[2] de las manifestaciones del 17 de junio en el edificio del Congreso Nacional de Brasilia, de Niemeyer. Paul Goldberger, quien fuera crítico de arquitectura del New Yorker y actualmente escribe en Vanity Fair, dijo en su cuenta de twitter que ese edificio nunca se había visto mejor y que resultaba un extraordinario escenario para la protesta.

Las protestas en Brasil siguen el patrón de otras recientes en distintos lugares del mundo: los indignados madrileños, occupy Wall Street, las protestas en la plaza Tahrir o la plaza Taksim en Turquía. Lo que en inicio desata la protesta puede parecer menor —en el caso brasileño el aumento en el costo de los boletos de autobús—, pero desata una reacción en cadena que no sólo aumenta el número de manifestantes sino las razones del descontento, que se vuelven cada vez más complejas hasta terminar en una difusa pero persistente oposición al sistema. Las nuevas tecnologías —no las llamadas redes sociales, que son evidentemente anteriores al twitter y al facebook, aunque siempre dependientes de tecnologías, como el lenguaje o la prensa— aceleran la formación de estos grupos, estructurados horizontalmente y sin liderazgos definidos, que ocupan espacios públicos —o, más bien, habría que decir que hacen públicos espacios vacíos al ocuparlos.

De la protesta política al aparentemente inútil flashmob, parece que esas formas más o menos fluidas y auto-organizadas de lo público son las que finalmente están hoy dándole sentido a espacios que, según algunos analistas, habían perdido sentido ante la irrupción de la telecomunicación acelerada y la internet, mostrando precisamente lo contrario: la calle complementa al trend topic, la plaza al hashtag.

1. Referencia al artículo de Architectmagazine, “Man of the People. Was the architecture of Oscar Niemeyer really communist?”

2. Referencia al artículo de Architectmagazine, “Protesters Swarm Oscar Niemeyer´s National Congress Building”

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Fotos: www.architectmagazine.com

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