Editorial | Miquel Adrià
Arquitecturas efímeras que celebran eventos o que contienen instalaciones, escenografías teatrales y pabellones que transforman fugazmente espacios públicos. Adolf Loos decía que la arquitectura pura se define en los panteones y los monumentos, sin embargo con los pabellones —en tanto que arquitectura efímera— hay siempre un potencial de experimentación que podría agregarse a la exclusiva lista loosiana. Desde las caprichosas follies del siglo XVIII, hasta los pabellones que detonaron la modernidad —Melnikov con el de la URSS y Le Corbusier con L’Esprit Nouveau, ambos en la Exposición de París de 1925; Mies van der Rohe con el pabellón alemán en la Exposición Universal de Barcelona en 1929 o Buckminster Fuller con el pabellón de los Estados Unidos en la Exposición Universal de Montreal en 1967, por sólo citar algunos— fueron los laboratorios experimentales de la arquitectura de cada época. En años recientes las aportaciones nacionales o de autor en la Bienal de Arquitectura de Venecia han sido el muestrario de ideas y formas de cada generación. También las experiencias anuales de la Serpentine Gallery londinense o los pabellones del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, que se instalan anualmente en la Ciudad de México, han construido sendas tradiciones de experimentación formal. Este número 90 de Arquine reúne propuestas formales de carácter efímero tan dispares como la incorporación de un bosque dentro de un estadio, las pintadas en la base del Ángel de la Independencia, escenografías teatrales, transformaciones temporales de espacios canónicos, las experiencias expositivas del Abierto Mexicano de Diseño y del Madrid Design Festival, las trayectorias de LIGA y los pabellones en el Museo de El Eco, hasta los arcos triunfales para celebrar la entrada a la Ciudad de México del virrey de España a finales del siglo XVII, hasta el urbanismo efímero de las ciudades nómadas. Expresiones tan dispares como experimentales que empujan, desde su caducidad, a la evolución de la arquitectura.
(Portada: Arqueología de una manifestación | Alberto Odériz. Fotografía: Alberto Odériz)
Las arquitecturas producidas por la Serpentine Gallery se desmantelan al final de cada verano, pero no desaparecen. Se venden. Después de su estancia en Kensington Gardens, los pabellones son desmantelados, transportados y reubicados en colecciones privadas y enclaves turísticos, en selectos clubes de playa y viñedos. Entre enero y agosto de 2012 viajé provista de un cuaderno, un ordenador portátil y la cámara del teléfono móvil por diferentes ciudades europeas —desde Marsella (Francia) hasta Helston (Reino Unido)—a la caza de los pabellones de la Serpentine Gallery.
La intervención del arquitecto japonés Go Hasegawa en los jardines de Barragán en la Ciudad de México suspende un corredor entre la vegetación plantada por Barragán mismo. Un marco estructural blanco de perfiles metálicos serpentea por el espacio, cubierto por una superficie de tubos de acero pulido, que se asemeja a un río plateado corriendo por el jardín.
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Catálogo y ubicación de las pintadas realizadas sobre la base de la Columna de la Independencia el 16 de agosto de 2019.
El 16 de agosto de 2019, bajo el lema “No nos cuidan, nos violan”, una manifestación recorrió la Glorieta de los Insurgentes y sus alrededores. El lema hacía referencia a las recientes acusaciones de violación por parte de policías y a la ausencia de justicia ante la violencia contra las mujeres.
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