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De la naturaleza de las convocatorias: la 16ª Bienal de Arquitectura en Venecia

De la naturaleza de las convocatorias: la 16ª Bienal de Arquitectura en Venecia

7 septiembre, 2017
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy

El día de ayer, en el Museo de Arquitectura del Palacio Nacional de Bellas artes, se presentó la convocatoria pública para enviar propuestas para la 16ª Muestra Internacional de Arquitectura en Venecia. En esta entrevista conversamos con Dolores Martínez, titular de la Dirección de Arquitectura y Patrimonio Artístico Inmueble del INBA; Gabriela Gil, comisaria de los proyectos que México envíe a Venecia tanto para arte como arquitectura y Juan José Kochen, miembro del Comité técnico encargado de vinculación y difusión. Se comentaron los lineamientos de la convocatoria y también por qué no se sometió a concurso el equipo curatorial que cuide el proyecto que se enviará. También se mencionaron las funciones de la colectividad como herramienta de representación mexicana en una de las plataformas más importantes para el arte y la arquitectura.

El registro de las propuestas será el lunes 18 de septiembre del año en curso y la entrega de las mismas será el lunes 27 de septiembre. Los resultados se publicarán el 9 de octubre. Para mayor información se puede visitar el sitio con las bases de la convocatoria.

 

¿Qué funciones tiene el Comité técnico?

Dolores Martínez: Desde el instituto nacional de Bellas Artes, quienes hemos estado coordinando el tema de las bienales, tanto de arte como de arquitectura, lo que buscamos es continuidad: generar una estrategia de convocatoria, de manera que podamos tener un planteamiento con mayor coordinación, con una mejor organización. Y desde luego, en las bienales de arquitectura, que me ha tocado estar en las ediciones desde 2012, hemos tenido distintas experiencias que nos han permitido fortalecer la idea de Comité técnico. Nos funcionó mejor la estrategia de Comité técnico, porque te ayuda a tener una cobertura, a trabajar mejores líneas en los distintos procesos de lo que implica una bienal. Desde la edición de 2012, que fue por designación, y la siguiente, por concurso, y la de 2016, la pasada, que tuvo una curaduría integrada a un Comité técnico, la verdad funcionó muy bien. Eso permitió tener experiencias desde donde fortalecer al comité para tener una mejor integración y esperamos tener un mejor resultado.

Juan José Kochen: Hay que entender que la participación de México es reciente. Si bien, la bienal de Venecia tiene ya 16 ediciones desde 1980, la participación de México primero ha tenido colaboraciones personales o individuales, con Javier Sánchez, y hace cuatro ediciones se empezó una participación continua, y apenas hace tres se tiene un espacio definido. Creo que esa apuesta del INBA por mantener un espacio en el Arsenal, tanto en arte como en arquitectura, hace que se puedan plantearse otras formas de hacer el trabajo. Sin duda, el Comité ayuda a dirigir o a orientar las propuestas curatoriales y también la participación más inclusiva de lo que se puede ingresar. 

¿Por qué se convocó un concurso para curadores en su edición de 2014?

DM: Era por los temas. La Bienal te va dando un poco la pauta de por dónde trabajar. Desde luego, la del 2012, que fue por designación, pues era un lugar con mayores restricciones tanto de espacio como de todo. La estructura del concurso fue por el propio tema planteado por la bienal. Desde luego, la de arquitectura participativa, no había manera de abordarla como una convocatoria abierta: tiene que ser una convocatoria incluyente. Ese formato fue el que mejor nos ha funcionado. Por eso quisimos tener esta continuidad con algunos de los integrantes  del comité técnico, como es el caso de Juan José Kochen y Ernesto Alba, que tienen esta experiencia de la bienal anterior, que la quisimos aprovechar y poner en la mesa para tomar esta decisión entre las áreas del INBA.

JJK: Hay datos importantes. La de 2012 fue asignación directa (el curador fue Miquel Adrià, se llevaron 12 proyectos y a 12 personas). La de 2014 fue concurso con setenta registros, 40 entregas. Me tocó estar ahí con un glorioso segundo lugar, perdido. Pero fue realmente una participación muy baja. En la del año pasado se tuvieron 500 registros, 250 trabajos entregados. Lo que hace una convocatoria, ya con un tema inicial a nivel de dirección artística, es que fomenta eso. Es una experiencia de lecciones aprendidas muy buena y que esperemos que esta vez se replique algo similar. El tema de la bienal anterior fue dar voz a quien muchas veces no tiene salida para mostrar arquitectura social o comunitaria y que aparte no les interesa, porque tiene una razón de ser totalmente centrada en la comunidad y en las zonas en las que se trabaja. La vez pasada fue mucho invitar y ayudar  a la gente a saber cómo meter las obras y registrarlas y sin duda llegar a ellos. Lo importante de la anterior edición es que no solamente hubo ese número de registros sino que provino de 28 estados. La representación, literalmente, fue nacional. Entonces, muchas veces, si no lo abres así, no llegas a esa cantidad, a ese número de registros y a ese número de proyectos. Yo creo que conocíamos al 20 por ciento de los equipos y de participantes. Eran despachos, oficinas, colectivos. Arquitectos que no tenían realmente esa difusión.

DM: En ese sentido, yo agregaría que estamos subiéndonos al discurso de la Bienal de Venecia. Barata ha apostado por tratar de olvidarse de la arquitectura-espectáculo. Si recuerdas, ése es el discurso desde 2012. Ha buscado esa línea. Incluso sus declaraciones recientes al nombrar a Yvonne Farrell y a Shelley McNamara, apuestan por esa continuidad de la investigación entre la arquitectura y la gente, entre la arquitectura y las personas y el lugar. La verdad es que por eso estamos apostando por esta continuidad desde el pabellón de México.

Entonces, ¿el tema de las bienales es lo que impone el formato de las convocatorias?

DM: El tema y la experiencia. No tanto que lo imponga. Aprovechas la experiencia ganada, lograda. Reflexionas sobre los aciertos, los errores, los alcances positivos. De ahí partimos a mantener esta continuidad.

JJK: Yo creo que el resultado con Miquel Adrià, como con Julio Gaeta, como ahora con Pablo Landa, no sólo ha permitido tener una diversidad de enfoques y de resultados, sino también ha afectado la misma forma en que se convoca. Es más complicado y hay una diversidad de voces y de perfiles para una curaduría particular que de propuestas que generen ideas y pensamiento crítico alineado a una convocatoria. Tu espectro se decanta a un mayor número de personas. Creo que esta idea (así lo hacen en el 80 por ciento de los países) es generar un discurso con una convocatoria así y con un soporte de un comité, hace que se robustezca más. Además, si agregas una aliada comisaria que vincule el contenido con el contenedor, sin duda ayuda mucho.

¿Qué funciones tiene el comisariato?

Gabriela Gil: La bienal de Venecia lo llama comisionado. Es decir: el representante, el que lleva el desarrollo del proyecto in-situ. Es un project manager de alguna manera. Yo soy la comisionada para la muestra internacional de arte, que en este momento está. Fuimos a dejar todo listo para la bienal de arte, con Carlos Amorales. Y le vamos a dar continuidad. Para mí eso es fundamental. Creo que el INBA ha hecho una muy buena apuesta por tener una coordinación ejecutiva de la Bienal de Venecia en México. Que sea una oficina, que tenga un desarrollo y que, en este momento, se utilice un mismo espacio para las dos disciplinas que hay: arte y arquitectura. En ese sentido, le da una continuidad para aprender, precisamente, cuáles son las limitaciones del espacio para todo lo que es la parte de exposición, para toda la parte de montaje, la parte de difusión. Ayuda a cómo nos posicionamos como pabellón nacional dentro de una plataforma como es la Bienal de Venecia. Mi papel es llevar adelante todo lo que tiene que ver con el proyecto: llevarlo hasta Venecia, montarlo, seguirlo, apapacharlo, difundirlo y hacer del pabellón de México una representación absolutamente digna, como queremos que sea. Ese es mi papel como comisionada: empujar el proyecto para que el proyecto llegue a buen puerto, y además podamos tener una plataforma dentro de la plataforma global que es la bienal de Venecia.

 


Cuando hablamos de continuidad, ¿a qué nos referimos?, ¿a una continuidad curatorial?

GG: No. Es más una continuidad de presencia de México.

DM: En el tema de la arquitectura social, apostamos por un curador que no fuera arquitecto.

¿Por qué esa decisión?

DM: El tema también te lo exigía. Invitamos a Javier Sánchez a que formara parte del comité técnico. En el comité platicamos cómo lograr esta mejor integración. Desde luego, teníamos nombres como Oscar Hagerman, personas que no son improvisados en el tema. Entonces, ¿cómo lograr esta fusión, esta integración? Pablo [Landa] venía trabajando el tema y estaba a punto de sacar su doctorado justo con temas similares a los que se proponían desde la bienal. Platicamos con él y aceptó el reto de sumarse a esta bienal como curador y creo que lo hizo muy bien. ¿Por qué la continuidad? Nos propusimos en el caso de la bienal anterior que el pabellón pudiera ir más allá de Venecia. A veces los pabellones se quedan en la exposición y después nos olvidamos de Venecia. El pabellón se trajo a México y estuvo en el IPN. Ha generado mesas redondas, ha generado que Pablo siga trabajando con el mismo tema.

JJK: ¡Ya vive de eso!

DM: ¡Exacto! ¡Y yo encantada! A mí me deja satisfecha ese resultado. Ha sido muy grato escuchar a gentes como la arquitecta Valeria Prieto dar una conferencia para cerrar el pabellón. ¡Tú no sabes los estudiantes cómo respondían a las apuestas que les lanzaba la arquitecta Valeria Prieto! La verdad eso, para mí, es invaluable. El provocar esto en las nuevas generaciones. La verdad, aunque no ganamos el León de Oro, eso es mi León de Oro. El ver a Valeria, con sus 80 años, realizada con los jóvenes. Eso para mí no tiene precio. Ha habido una dinámica interesante entre los participantes de la bienal pasada, que han estado trabajando, y lo que se acaba de mostrar en el IPN. Esta interacción más allá de Venecia la queremos repetir para la Bienal del 18.

GG: Lo que dice Dolores se complementa con que las disciplinas ya no son únicas. Creo que es importante apostar a la multiplicidad de miradas y la confluencia entre distintas disciplinas. Creo que esta vinculación para la oficina de la bienal de Venecia en México, para los proyectos que van a la bienal. Creo que el proceso que se ha abierto desde ahí ha trascendido las disciplinas apostando por un proceso educativo. Eso es importantísimo. Creo que a la Bienal de Venecia hay que dejar de mirarla solamente como concurso. Hay que verla como un ámbito de presencia, de política cultural, del Estado mexicano frente a una plataforma global. Si seguimos viendo solamente la localidad, nos perdemos ese proceso entre lo global y lo local, que es importante. Creo que hay que apostarle a eso, y la idea es la continuidad, no la curatorial, ni arquitectónica, ni artística, ni de concurso. Se trata de ir un poquito más allá del significado literal de bienal, que es, “cada dos años”. ¿Qué procesos hay para poder llegar a ese espacio? No ver las cosas como un producto acabado. Ni la arquitectura como obra, ni la representación ni la exposición artística acabada. Detrás de eso hay una memoria, y esa memoria es parte de lo que necesitamos cuidar.

DM: Ayúdenos a que se inscriban. De verdad es lo que queremos, que nos ayuden a que se sumen arquitectos y despachos de arquitectos. Algo que es bien importante mencionar es que no solamente pueden ser proyectos o pueden ser obras. Las curadoras mencionan “proyectos u obras no construidas”.

Según la convocatoria lanzada por el INBA, ¿qué estamos entendiendo por “obras que celebren la calidad y generosidad espacial en la arquitectura mexicana”?

JJK: No hay que caer en casuística. No va a ser una participación en México donde se mueva obra terminada en láminas, con cortes, fachas y fotos, sino entender el concepto y la idea de Freespace en tu práctica artística, para que tú, en tu quehacer, la obra que terminaste, la presentes de alguna forma: tal vez la presentes como una banca, tal vez la presentes con una reunión en una inauguración o la presentes como la forma en que la gente se apropió del espacio, aunque no lo hubieras pensado para ese fin. Yo creo que lo que apela esta convocatoria y lo que buscan las arquitectas de la dirección artística es que pienses. El pensamiento crítico de una convocatoria, al hablar de un tema tan amplio y tan complejo como ellas lo dicen (porque tú puedes leer la generosidad de la calidad espacial como vinculación con la naturaleza o la tierra, como un tema de espacio público, como de inmobiliaria). Ellas son bastante inquisitivas en abrirte esa provocación, porque te ponen una foto de Lina Bobardi, porque te ponen una banca. Te abre una perspectiva muy grande. Lo interesante es, primero, cómo nosotros, como oficinas y como despachos, damos esa lectura para proponer algo y, segundo, cómo se integra una propuesta curatorial con un comité donde, ojo, esas obras no se van a llevar tal cual. La idea es invitarlos a trabajar para que se generen piezas, instalaciones, performance, lo que tú quieras, para mostrar la idea, que se ingrese, y que responda a un discurso colectivo de lo que va a ser la representación en México. Va por ahí. Tal vez es difícil comunicar en una convocatoria un tema así porque no te están pidiendo una casa, no te están pidiendo oficinas, no te están pidiendo una torre. Te están pidiendo que generes pensamiento.

DM: Las bases están descritas según lo que se puede entregar. En el primer punto está lo que se tiene que fundamentar para quien quiera escribir su propuesta, lo inserte. En las bases viene el antecedente del tema de la continuidad con una breve síntesis de las bienales desde el 2012.

Se cita un párrafo del statement de las curadoras. ¿Por qué se decide sólo citar ese fragmento del statement? ¿Ese fragmento en específico se va a traducir a una curaduría?

JJK: Se tiene que alienar, sin duda. Si no, ¿para qué habría una dirección artística? La idea de que haya una dirección artística de la bienal es porque ellos proponen un tema. Como pabellón nacional, la participación que exige la bienal es que lo retomes. Si no, cada quién hace lo que quiere. La lógica es interpretar eso y, como primera etapa, se lanza una convocatoria con base en esa dirección artística. Y no sólo es ese fragmento. Tú cuando pides las bases, se te entrega el statement completo, que es con lo que trabajan todos los países.

¿Entonces cuál es el discurso curatorial de la oficina de México para la bienal? ¿La curaduría está presentada a través de la multiplicidad? ¿Cómo se puede enunciar la línea curatorial?

DM: Es más o menos lo que tú me dices. Pero no nos queremos adelantar. Hay todo un proceso. La curadora está trabajando desde el día uno. Tanto la comisaria como la curadora (Gabriela Etchegaray) forman parte del comité y todos avanzamos en este proceso. Esperamos que nos sorprenda lo que nos llegue y cuando nos llegue, se integra la curaduría con este material.

JJK: El INBA está apelando a que la madurez de una propuesta curatorial se busque según el ingreso de las propuestas, que se pueda robustecer para que no sea un discurso único ni de 10 personas. La figura curatorial se vuelve partícipe del mismo proceso, tanto del comité como de las propuestas que se ingresen. Lo más importante de este tema es fomentar la participación, si no, no se da un discurso curatorial. La pelea por eso es importante: no es una designación. Porque no recae en una sola persona. La idea de la figura curatorial o museográfica o de un comisariato es que obedezcan a un proyecto colectivo. Eso es muy importante, incluso como statement de participación.

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