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Ciudad sin el otro

Ciudad sin el otro

21 septiembre, 2018
por Ricardo Vladimir Rubio Jaime | Twitter: VladimirRub

La economía liberal destruye los elementos poéticos de la vida social; produce en todo el planeta los mismos paisajes urbanos fríos, monótonos y sin alma, impone en todas partes las mismas libertades de comercio, homogeneizando los modelos de los centros comerciales, urbanizaciones, cadenas hoteleras, redes viarias, barrios residenciales, balnearios, aeropuertos; de este a oeste, de norte a sur, se tiene la sensación de que estar aquí es como estar en cualquier parte.” 

Gilles Lipovetsky 1

 

“El yo es una ausencia. Cuanto más cerca estamos de él más se ensancha la ausencia.” 

Chantal Maillard 2

 

“No existe o sucede algo en una Valdrada que la otra Valdrada no repita, porque la ciudad fue construida de manera que cada uno de sus puntos se reflejara en su espejo, y la Valdrada del agua, abajo, contiene no sólo todas las canaladuras y relieves de las fachadas que se elevan sobre el lago, sino también el interior de las habitaciones con sus cielos rasos y sus pavimentos, las perspectivas de sus corredores, los espejos de sus armarios.” 

Italo Calvino 3

 

Con indiferente frecuencia, viajeros, turistas y aquellos que viven su ciudad día a día en cualquier parte del mundo, argumentan sin mayor reflexión que, “aquel lugar” se ha convertido de pronto como en “aquel otro”, que estar aquí, es verdaderamente, como estar en cualquier otro sitio.

La zona restaurada de la Habana Vieja, en Cuba —el país míticamente más anticapitalista de América Latina—, se asemeja, me dicen mis amigos sin titubeos, a cualquier ciudad europea. Repletas de comercio, se inundan las aceras de flujos corporales: la mano derecha en el celular y la izquierda sosteniendo adquisiciones. La misma playera básica con cuello en “v”, se puede encontrar en tres tiendas distintas a no más de cuatro cuadras de distancia. El mismo tranvía eléctrico que tomas en Estrasburgo, existe ahora en Medellín. Las mismas bicicletas públicas de Toronto, en Guadalajara. El tan cuestionado NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México), bien podría estar emplazado en Dubái, o en cualquier otro lago en crisis del mundo. En México, muchas de las esquinas de vialidades principales se rematan con un OXXO: tiendas donde se encuentra de forma práctica un poco de todo. Los estantes de frituras y galletas nunca cambian de lugar. En Bogotá, la capital de Colombia, comienza a brotar el mismo fenómeno sin variación significativa, salvo que algunos productos de la misma marca cambian de nombre y conservan su diseño de empaque.

A lo largo de todo el mundo, los nuevos restaurantes se visten de maderas desgastadas, herrerías negras y delgadas, terminados de concreto pulido, muebles viejos traídos nuevamente a la vida cotidiana, losetas de piso como platos y las mismas especies de vegetación colocadas en cada muro. El menú bien puede ser un duplicado del mayor éxito en los últimos meses a la redonda, o en Japón.

En el ámbito afectivo, nos percatamos con mayor cotidianidad que estar con alguien se ha vuelto como estar con cualquiera persona. Las ciudades parecen estar reproduciendo y estandarizando de forma poco cuestionada ciertos prototipos que se acercan peligrosamente a lo idéntico. Nos encontramos de pronto entre una multitud, pero inmensamente solos. En un reflejo de uno mismo, en pura ausencia, sólo angustia, sólo yo. 

Byung-Chul Han, comienza su libro: La expulsión de lo distinto, con el párrafo: “Los tiempos en los que existía en otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad del yo.”4

El modelo de sociedad neo-liberal exige sobre todo al otro como una certeza, el misterio es por demás sospechoso e indeseable. “Llegar” al otro ya no es un ejercicio de exploración, sino de simple re-conocimiento. Ya no se acapara al desconocido como medio para la creación, sino como medio de la reiteración. No como dolor, sino como pretendido bálsamo. No se quiere ni se acepta al otro que diste de mí: al que vaga en un parque, al sin trabajo, al sin rostro visible, al sin ropa identificable, a la prostituta, al que no produce, al que con-templa: el que erige templos en su cotidianidad. 

Por las ciudades reformadas con calles peatonales y preferencia ciclista: la misma clase social, los mismos gustos en ocios, la misma ropa, la misma bebida en mano; con nombre propio, mas escrito por jóvenes intercambiables; los mismos cortes de cabello, la misma marca de lentes. En primera instancia la mal acuñada identidad que tranquiliza, en segunda; lo igual a mí que me dirige al vacío de la reiteración perpetua. Descubrimos con crudeza: “la presión destructiva no viene (ya) del otro, proviene del interior.” 5

Byung-Chul Han va más allá, y advierte: “La diversidad sólo permite diferencias que estén en conformidad con el sistema. Representa una alteridad que se ha hecho consumible. Al mismo tiempo, hace que prosiga lo igual con más eficiencia que la uniformidad, pues, a causa de una pluralidad aparente y superficial, no se advierte la violencia sistemática de lo igual. La pluralidad y la elección fingen una alteridad que en realidad no existe.” Al respecto, el psicoanalista Gustavo Dessal bien puede complementar: “No olvidemos que el discurso contemporáneo sólo admite la diferencia en la medida que no comprometa ni enfrente los intereses del mercado. Sólo a partir del momento en que la comunidad gay muestra su potencial en el concurso general del consumo, comienza a ser reconocida por el discurso dominante. De este modo, cualquier disimetría es bienvenida siempre y cuando se asimile a la normativización del sistema global, convirtiéndose así en un nuevo producto.”

La diferencia contemporánea es ante todo, un producto falsamente plural.

En las crisis migratorias que se expanden a lo largo y ancho de todo el mundo, percibimos como ningún otro fenómeno el terror a la verdadera diferencia. España e Italia dicen no a la inmigración clandestina en los últimos meses de mayor presión fronteriza. Algunos poblados de Brasil y Colombia expulsan con odio a decenas de venezolanos desplazados por la miseria. Quien piensa verdaderamente en el otro, dice Han, puede interrumpir lo igual. Dar cabida a lo nuevo. Quien solo calcula, acude a la “inacabable repetición de lo mismo”.  El rechazo migratorio no es más que un reflejo de ese cálculo: falta de pensamiento, puro cálculo del yo. 

Ortega y Gasset, en su libro: El hombre y la gente, recupera al mito de Narciso y arguye que, originalmente, no pudo consistir en aquel hombre que contemplaba su propia belleza en un caudal, pues en aquel primer reflejo, no era capaz el humano de reconocerse a sí mismo. Verse en dicho caudal —o en un espejo—, era literalmente un hecho mágico, puesto que a quien miraban era, precisamente, a otro ser. 

Se le adjudica cotidianamente a la infancia como la etapa más feliz de nuestras vidas. Pues bien, en ella nos caracterizamos como Narciso, mas no el que se mira hasta el agotamiento sobre el agua, sino en otro: “(A)ntes de que cada uno de nosotros cayese en la cuenta de sí mismo, había tenido ya la experiencia básica de que hay los que no soy “yo”; los Otros.” ¿Quién nos ha quitado la experiencia del primer reflejo?, ¿por qué no contemplar —al menos como metáfora— el regreso de aquel primer encuentro? Sólo en la verdeara diferencia cabe una ciudad para los otros y con los otros. Si el yo es una ausencia —como lo expresa la filósofa Chantal Maillard—, nuestra verdadera presencia puede que esté en la diferencia de sí.

En la ciudad invisible de Valdrada, de Ítalo Calvino, sería como encontrar de pronto en el reflejo algo completamente distinto y desear llegar a él.


Notas:

1. LIPOVETSKY, Gilles, “La estetización del mundo” Editorial ANAGRAMA, España; 2014.

2. MAILLARD, Chantal, “India” Editorial PRETEXTOS; Valencia, España; 2014.

3. CALVINO, Italo, “Las ciudades invisibles” Editorial Siruela; España; 2016.

3. HAN, Byung-Chul, “La expulsión de lo distinto” Editorial Herder; Barcelona, España; 2017.

4. DESSAL, Gustavo, “El retorno del Péndulo”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina; 2014. 

5. ORTEGA Y GASSET, José, “El hombre y la gente”. Revisa de Occidente Madrid, Madrid, España; 1957.

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