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Cambios en la definición del territorio de la Ciudad de México

Cambios en la definición del territorio de la Ciudad de México

A lo largo de la historia de la Ciudad de México la extensión y delimitación de su territorio ha causado una gran confusión. Desde la época mexica el territorio de la ciudad estuvo vinculado a la extensión del imperio. Se sabe que la ciudad se extendió más allá de los límites naturales del islote donde se había fundado, incorporando territorio de barrios y pueblos que conformaron una gran ciudad. Al convertirse en la capital del imperio la ciudad perdió sus propios límites al identificarlos con la jurisdicción territorial del imperio mexica. Esta gran ciudad con sus calles, canales y plazas, centro de los poderes económicos, políticos, sociales y culturales, fue la que Hernán Cortés buscó dominar, conservar y refundar.

A partir del inicio de la colonización española, la Ciudad de México surgió como dominadora, diferente y única para el imperio español. Su supremacía, su esplendor y su fama llevaron a que, durante los primeros años de la conquista, fuera considerara como la sede de los poderes y como la capital de un territorio que fue conocido como el reino de Nueva España, cuya delimitación jurisdiccional cambiaba a medida que se realizaban otras conquistas y se fundaban nuevas ciudades. Al fundarse el ayuntamiento, órgano administrativo para el gobierno de la ciudad, se le otorgó un área jurisdiccional denominada municipalidad de México, cuyo espacio se encontraba dividido en dos zonas: el área urbana y el área rural, donde se situaban los ejidos y potreros propios del ayuntamiento, haciendas, ranchos y pueblos. Los límites de este territorio eran imprecisos y estaban condicionados a la presencia de otras poblaciones.

El área urbana, a su vez, se dividió en dos espacios: el de la traza española, donde, de acuerdo con el plano elaborado por el alarife Alfonso García Bravo, se trazaron calles anchas y rectas tiradas a cordel, plazas y se repartieron solares para los conquistadores y colonizadores; y el espacio de las parcialidades indígenas de San Juan Tenochtitlan y Santiago Tlatelolco, al que pertenecían los cuatros barrios que rodeaban a la ciudad: San Juan Moyotlán, San Sebastián Atzacoalco, Santa María Cuepopan y San Pablo Zoquiapan. Era un espacio desorganizado, sin calles ni solares trazados. Ambos se encontraban cruzados por canales y acequias que además servían de medios de comunicación, transportación y desagüe. Los límites del área urbana eran por el norte hasta la garita de Tlatelolco, por el oriente la garita de San Lázaro, por el Sur la garita de San Antonio Abad y la de la Piedad y por el poniente el paseo de Bucareli y las garitas de Belén y de San Cosme. El territorio de la ciudad se presentaba como un espacio dividido donde también se encontraban otras delimitaciones establecidas por las autoridades civiles y religiosas que no coincidían territorialmente y que hacían más difícil la delimitación del territorio propio de la ciudad. Así existía la delimitación judicial, la de las parroquias, las de los cuarteles, establecidas en 1782, y la del resguardo fiscal, cuyos límites eran las garitas de entrada a la ciudad.

Los cambios territoriales en el siglo XIX

Terminada la guerra de Independencia, la nueva República Federal promulgó, en 1824, la Constitución donde quedó establecida una nueva organización territorial. La Ciudad de México, como capital federal, pasó a formar parte de la nueva organización político-administrativa llamada Distrito Federal. El área territorial del Distrito Federal tenía una forma circular y su extensión era de 2 leguas de radio que partían del centro de la plaza mayor, aproximadamente 8.4 km. Este territorio comprendió las áreas de las antiguas municipalidades, entre las que se encontraba el territorio de la municipalidad de la Ciudad de México con los límites establecidos desde la época colonial.

En el inestable siglo XIX, con sus levantamientos, motines e intervenciones, no se modificó la estructura territorial del Distrito Federal ni del territorio de la municipalidad ni del área urbana de la ciudad. Fue hasta la segunda mitad de dicho siglo cuando, en 1854, por un decreto del presidente Antonio López de Santa Anna, el Distrito Federal amplió sus límites sin modificar los antiguos límites de la ciudad. Sin embargo, se registran algunos cambios en la estructura interna de la ciudad: las calles de la traza española se prolongaron hacia el suroeste donde se fueron estableciendo casas y edificios habitacionales. En 1848, en esta zona se formó el primer fraccionamiento llamado colonia francesa o barrio de Nuevo México, que se ubicó entre las actuales calles de Bucareli, San Juan de Letrán, Victoria y Arcos de Belén. Fue el establecimiento, en 1856, de las llamadas Leyes de desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y religiosas, lo que motivará importantes cambios tanto en el espacio de la municipalidad como en el área urbana de la ciudad. Por medio de esta ley se pusieron a la venta las tierras y bienes de la Iglesia, es decir propiedades de los conventos femeninos y masculinos, así como las tierras que tenían las cofradías, las propiedades de las comunidades indígenas y los ejidos, montes y potreros que pertenecían al ayuntamiento. El objetivo fundamental de esta ley era vender las tierras improductivas, dividir las grandes propiedades para beneficiar a la pequeña propiedad y poner en circulación la compra y venta de un mercado que hasta esos años había permanecido improductivo. Posteriormente se decretó una nueva Ley sobre la enajenación y venta de los terrenos baldíos. Las consecuencias de estas dos leyes fueron: En el área de la municipalidad de México el fraccionamiento de los ranchos y haciendas, la compra venta de las tierras de los pueblos indígenas y de los ayuntamientos; iniciándose así una especulación de los bienes raíces. En el ámbito urbano el fraccionamiento de las huertas de los conventos permitió la compraventa de lotes, el surgimiento de colonias y la apertura de nuevas calles. Como ejemplos podemos citar la apertura de las calles de Gante e Independencia y la formación de la colonia Santa María la Ribera.

La definición de la estructura territorial de la Ciudad de México

A partir de la segunda mitad del siglo XIX y hasta la primera década del siglo XX es cuando se registran grandes cambios en el territorio de la Ciudad de México. Su crecimiento más importante se registró durante el gobierno de Porfirio Díaz, pues el área urbana que en 1858 era de 8.5 km2 se amplió 4.7 veces, pues para 1910 tenía una superficie de 40.5 km2. Esta expansión correspondió con un importante crecimiento demográfico, la población de la ciudad pasó de 200 mil a 471 mil habitantes. Durante el gobierno de Díaz, el desarrollo manifestado en la expansión de la ciudad de México fue consecuencia de una política que tuvo como ejes principales el orden administrativo y el progreso económico, alcanzados mediante la gestión de los órganos de gobierno, el impulso a la inversión de capitales nacionales y extranjeros y el mejoramiento de las obras y los servicios públicos. En estos años la centralización del poder político y económico en la Ciudad de México la convirtieron en una ciudad moderna que buscaba ser semejante a las europeas. El proceso modernizador buscó tener un mayor control político de la capital. Para ello no sólo se desarrollaron grandes obras de infraestructura urbana, como la desecación del lago de Texcoco para propiciar un mejor desagüe y evitar así las inundaciones, la implementación de tranvías y ferrocarriles que modificaron el tiempo de traslado entre la ciudad, las nuevas colonias y las poblaciones de la periferia, la construcción de modernas escuelas y hospitales y el establecimiento de la luz eléctrica para beneficio de las plantas industriales, entre otras, sino que también se propició la expansión de las municipalidades aledañas, como Azcapotzalco, Tacuba, Guadalupe Hidalgo, Tacubaya, Mixcoac, San Ángel, Coyoacán y Tlalpan, que comenzaron a quedar unidas al área urbana de la ciudad. También afectó a las zonas rurales donde se formaron fraccionamientos o colonias en las antiguas haciendas y ranchos. Así, fueron a pareciendo colonias como la Guerrero, Santa Julia, La Bolsa, Díaz de León, Rastro, Valle Gómez, Teja, Roma, Condesa, entre otras.

Para tener un mayor control sobre la administración del Distrito Federal y de las municipalidades que lo conformaban en 1898, se establecieron los límites del Distrito Federal y de sus municipalidades. En 1899, el presidente Díaz emitió un decreto que definía los límites de la municipalidad de la Ciudad de México, quedando al oriente con el camino a Puebla, la municipalidad de Ixtacalco y los llanos de San Lázaro, al Norte el Río del Consulado, al poniente el Río y el camino de los Morales y la calzada de la Verónica, y al sur el Río de la Piedad. En el aspecto político limitaba al norte con la Municipalidad de Guadalupe Hidalgo y la de Azcapotzalco, al Poniente con Tacuba y Tacubaya y al sur con Mixcoac e Ixtacalco. En cuanto a la administración política de la ciudad, en 1903 se emitió la Ley de organización política y territorial del Distrito Federal, en donde quedó establecida una total centralización de las funciones políticas y administrativas de las municipalidades de Distrito Federal. El Distrito Federal pasó a depender del Presidente, el cual ejercería el gobierno a través de un Consejo Superior de Gobierno que estaría integrado por tres funcionarios: el gobernador del Distrito, el presidente del Consejo Superior de Salubridad y el director general de Obras Públicas. En cuanto al gobierno político de las municipalidades, los ayuntamientos conservaron sus funciones políticas, pero en cuanto a las administrativas actuarían sólo como cuerpos consultivos, perdiendo su capacidad para cobrar impuestos, poseer bienes inmuebles, administrar los servicios y contraer compromisos y obligaciones.

Al triunfar la Revolución Mexicana, una de las premisas fundamentales fue derogar la ley de 1903 y devolver a los municipios su autonomía económica y política, la cual sería ratificada en la Constitución de 1917, así como en la nueva Ley de organización política y territorial del Distrito Federal, publicada en 1917. En cuanto a los límites de la municipalidad, continuaron los establecido en 1903, pero el crecimiento incontrolable del área urbana había llevado a traspasar no sólo los límites del área urbana sino los de la propia municipalidad. Para fines administrativos existía una indefinición pues se interponían los límites de otras municipalidades. Esta situación de indefinición del espacio jurisdiccional de la ciudad llevó a que en 1929 se promulgara una nueva Ley de organización municipal del Distrito Federal, en la cual, si bien se mantuvieron los límites externos del Distrito establecidos en 1898, los límites de la municipalidad de México cambiaron radicalmente, pues se extendieron incorporando a las antiguas municipalidades de Tacuba, Tacubaya y Mixcoac, las cuales pasaron a formar parte de una nueva organización que recibió el nombre de Departamento Central. Fue hasta 1970 cuando el presidente Luis Echeverría publicó una nueva ley para la organización del DF en la cual se estableció que su territorio se componía de 16 delegaciones. En el territorio que había sido, primero, de la municipalidad de México y más tarde del Departamento Central, se formaban cuatro nuevas delegaciones: Cuahutémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Venustiano Carranza, se propuso además que el Distrito Federal podía llamarse o reconocerse indistintamente como Ciudad de México. Es así como desapareció un espacio que había formado parte del proceso histórico de la configuración territorial de la ciudad.

Epílogo

A partir de los años ochenta, tomando como base la delimitación del área urbana colonial, se estableció, con fines de rescate del patrimonio histórico, el centro histórico de la ciudad. Hoy, en pleno siglo XXI, el Distrito Federal ha desaparecido. La situación político-administrativa de la Ciudad de México ha cambiado: ya no es una dependencia del Ejecutivo, sino que se ha convertido en una de las entidades políticas del país, sus habitantes pueden escoger libremente a sus gobernantes, tiene su propio gobierno, libre y soberano. Sin embargo, su división territorial continúa siendo la establecida en 1970.

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