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Zumthor en México

Zumthor en México

6 diciembre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

Rolex Mentor & Protegee Project with Peter Zumthor and Gloria Cabral

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Una carpa por demás sofisticada, cerrada por altos paneles de marcos de aluminio y vidrio y techo a dos aguas, sirvió de escenario para la conversación entre el famoso arquitecto suizo Peter Zumthor y su protegida, la paraguaya Gloria Cabral. El espacio podría haber sido el apropiado para la presentación del más nuevo producto de alguna marca global, pero tal vez no para una plática de un arquitecto que habla tanto de la materia y la atmósfera. Y Zumthor lo dijo. Señaló el ruido, de hecho no tan molesto, de las máquinas inyectoras de aire —hay que poner atención al sonido de la arquitectura, dijo, y algunos no pudimos evitar pensar en Julie Andrews cantando en un prado tirolés las montañas viven con el sonido de la música. Y señaló también que lo único que le daba cierta atmósfera al espacio eran los cientos de sillas de madera y bejuco que parecían salidas de improbables bistrós parisinos a la redonda. A Zumthor, ya sabemos, le interesan las atmósferas, como demuestra lo dicho en una de sus conferencias recogida en un libro del mismo título.

La conversación entre Zumthor y Cabral se dio como parte de la presentación que hizo la compañía suiza de relojes Rolex de su programa de Mentores y Discípulos. Iniciado en el 2002, busca jóvenes artistas talentosos del mundo entero para que, durante un año, colaboren en algún proyecto con un artista reconocido. Hay mentores y discípulos en literatura, danza, teatro, cine, música, artes visuales y, desde hace dos años, arquitectura —aunque en la primera edición, entre el 2002 y el 2003, Álvaro Siza y Sahel Al-Hiyari formaron la primera dupla. Entre el 2012 y el 2013, Kazuyo Sejima fue la tutora del chino Yang Zaho y, del 2013 al 2014, Zumthor trabajó con Cabral. La paraguaya, de 32 años, empezó a trabajar hace diez en el despacho de Solano Benitez, del que hoy es socia. Se dice que Zumthor y Cabral comparten el interés por una arquitectura que responda a las condiciones locales, construida casi de manera artesanal y prestando atención a la calidad de los materiales y, de nuevo, a las atmósferas que generan. Juntos trabajaron en el diseño de una capilla católica en Namyang, Corea del Sur, inspirada en la tradición de las Casas del Te más que en la de los templos cristianos.

Dado el trabajo de ambos, su conversación pública en la ciudad de México generó obvio interés. Hablarían, según lo anunciaron desde el principio, de la vieja casa de los abuelos de Zumthor, de la que éste ya ha dicho que le dejó marcadas en la memoria las atmósferas que busca repetir cuando diseña una casa. Hablarían también del papel de la arquitectura y del arquitecto. Zumthor dijo que de joven pensó, como muchos de su generación, que podía y debía cambiar el mundo y que hoy aceptaba un papel más bien menor. De su forma de trabajar, Zumthor insistió en que partía de imágenes y de atmósferas y que la forma era lo último que buscaba: “las formas son fáciles de hacer”, dijo sonriente, como si supiera que nadie se lo creía. En una ocasión Zumthor le pidió a Gloria Cabral su opinión sobre el museo que el suizo proyecta en Los Angeles. Más que una opinión obtuvo una descripción. Al final, ella debía hablar sobre el proyecto en Corea, pero, de nuevo, la explicación de la discípula no tuvo la consistencia de las del maestro.

Algo habrá estorbado, tal vez, la libertad creativa, por llamarle así, de la traductora, quien nos ofreció un discurso paralelo al de Zumthor. También, seguramente, se podrá argumentar que, a diferencia de las duplas en música, danza, teatro, cine o literatura, que pueden mostrar directamente el resultado de su colaboración, al menos parcialmente, en el caso de la arquitectura debemos conformarnos con una experiencia sucedánea: fotografías y palabras. Es un argumento que se repite casi siempre que una conferencia de algún arquitecto resulta menos interesante que su obra y que, a mi parecer, es, si no falso, sí reductivo. Por supuesto que la arquitectura se experimenta y se vive, pero también se imagina y se cuenta; pero ese es otro tema. Por ahora digamos que el esfuerzo de Rolex por unir maestros consumados y jóvenes aprendices es, sin duda, loable.

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