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Procesos dialógicos en paralelos antagónicos

Procesos dialógicos en paralelos antagónicos

7 abril, 2014
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida

En 1928 Le Corbusier* recibe la invitación a participar en un concurso cerrado para el diseño del Centrosoyuz, la central de cooperativas soviéticas en Moscú en una parcela de 12000m2 que debía albergar a 2500 empleados, como parte de un ambicioso proyecto soviético las autoridades y el equipo de profesionales designado después de varios meses eligen la propuesta de Le Corbusier y Jeanerette, por considerarla un proyecto sin prejuicios técnicos y formales, original en la disposición de los volúmenes, la articulación de los edificios, el interés en el estudio de los accesos y vestíbulos principales, un proyecto innovador por el tratamiento de adecuación climática que planteaba que rompe con la idea de palacio unitario que alberga diferentes usos y consigue la articulación entre los volúmenes y el espacio libre.

En otro contexto 24 años más tarde por órdenes del gobierno dictatorial con motivo de la X Conferencia Interamericana de Cancilleres, en Venezuela se ordena acelerar las obras del centro directivo cultural de la Ciudad Universitaria de Caracas, obra de gran envergadura que estaba a cargo del arquitecto Carlos Raúl Villanueva desde 1943, este altera el plan maestro inicial que había planteado bajo esquemas clásicos y construye un conjunto central donde los edificios aparecen dialogando entre las diferentes escalas por medio de un espacio fluido que articula los volúmenes que albergaran los usos.

Ambos proyectos representaron un punto de referencia dentro del ámbito de la arquitectura y en sus contexto históricos y políticos, Le Corbusier con el Centrosoyuz no sólo propone un edificio diferente sino que extiende el tema al resto del distrito planteando una estricta distribución entre edificios y área libre, como inicio de una nueva idea de urbanismo, en tanto que Villanueva con el Conjunto Central de la CUC al romper con el esquema planteado y construido en los primeros edificios, consolida no sólo el centro cultural de esta ciudad sino que da el paso de madurez a partir de la cual se proyecta el resto. En el Centrosoyuz los edificios se levantan introduciendo el concepto de pilotis creando una planta donde la circulación es libre, utilizando rampas para la circulación vertical que sugieren continuidad espacial en los recorridos de ese espacio vacío de acceso y la afluencia donde el desorden ordena la circulación de los miles de usuarios; elevados, los edificios distribuyen las oficinas y aparecen los prismas que estables se erigen en signo de majestuosidad, su disposición y ensamblaje demarcan una fuerte presencia en el lugar y definen un conjunto articulado donde cada elemento se ensambla en función a los ríos de circulación que lo amarran. En el Conjunto Central de la CUC, los volúmenes se articulan a través de un gran espacio vacío que generado por medio de una cubierta soportada por pilotis y en ocasiones por muros celosía que tamizan la luz del exterior, donde accesos y vestíbulos responden a este espacio libre y continuo, caracterizado por una la afluencia constante de usuarios; sobre esta Plaza Cubierta se elevan los volúmenes de los edificios para albergar los usos en prismas ensamblados caracterizados por una rigidez formal que otorga gran determinación al conjunto, como el caso de las oficinas del rectorado, el gran prisma alto de la Biblioteca Central o el volumen singular del Aula Magna.

La imagen seleccionada del Conjunto Central de la CUC, responde a la inmediatez que denota un boceto, como la primera materialización de la idea previa al proyecto, como instrumento de representación, de exploración, de acercamiento al proyecto real, tal como lo es la maqueta presentada como imagen del Centrosoyuz; esta, en primera instancia sería difícil no vincularla con una pintura abstracta, una máquina o con importantes obras del movimiento moderno que suceden en contextos geográficos y temporales similares al soviético; sin embargo, más allá de la aproximación de significado de proceso e instrumento entre estas, podemos identificar en los proyectos similitudes formales y claras coincidencias volumétricas, encontrando a su vez que ambos proyectos juegan con la composición y el ensamblaje de los volúmenes, para generar un espacio vacío en planta baja donde prime la libertad de movimiento de quienes recorren y utilizan el espacio.

Contraponer estas imágenes nos remite al cuestionamiento de si uno es heredero del otro por las claras semejanzas que encontramos; sin embargo es en las diferencias geográficas, programáticas y temporales donde se nos abren los caminos de reflexión entre ambos proyectos y en la contraposición de las imágenes del proceso, donde dialogan estas dos obras de significación y envergadura que desde locaciones antagónicas logran la singularidad por medio de una arquitectura que reflexiona sobre la forma, sobre el espacio y sus relaciones, dada a la circulación y a corregir métodos académicos para consagrar principios espaciales aún vigentes.

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Boceto del Conjunto Central de la Ciudad Universitaria de Caracas. Carlos Raúl Villanueva. 1952 | Maqueta de inicio de Centrosoyuz. Le Corbusier y Pierre Jeanerette. 1929.

 

*La muestra Un atlas de paisajes modernos que se expone hasta el 11 de mayo en el CaixaForum Barcelona es un itinerario completo por todas las fases de la obra de Le Corbusier a través de una extensa colección de dibujos, pinturas, proyectos arquitectónicos y maquetas de edificios, piezas procedentes mayoritariamente de la Fondation Le Corbusier en París y del MoMA de Nueva York. El visitante podrá contemplar desde el trabajo realizado en los primeros años del artista en Suiza, hasta el final de sus días en el Mediterráneo, pasando por Estambul, Atenas, Roma, París, Ginebra, Moscú, Barcelona, Nueva York y la India.

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