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Límites de una (dis)función (II)

Límites de una (dis)función (II)

14 diciembre, 2014
por Arquine

Es necesario afirmar desde un comienzo que las formas culturales que se encuentran en el medio urbano contemporáneo en América Latina, incluida la arquitectura, difieren ampliamente de las propias de las ciudades en los países de Norteamérica y Europa, y difieren también de las condiciones en que se presentan las manifestaciones culturales urbanas en otros países del Tercer Mundo. Las diferencias obedecen no sólo a las particularidades de la geografía en que se localizan (territorio) y a las especificaciones de sus procesos formativos, sino también y, especialmente, a las formas como se han llevado a cabo los procesos de cambio de los estados tradicionales hacia la modernización y los alcances de esos procesos. Mientras que en los países europeos, y luego en los Estados Unidos la urbanización y la modernización de la vida fueron procesos simultáneos, complementarios e inequívocamente ligados, en América Latina existen separaciones y desajustes notorios entre uno y otro proceso y la formación de la cultura en las ciudades ha sido llevada a cabo en condiciones especialmente complejas y difíciles, en un lapso relativamente corto de tiempo. Esto permite afirmar que actualmente existen en Latinoamérica ciudades que marchan en busca de una definición cultural posible sin derroteros definidos.

Alberto Saldarriaga, Bogotá 1992

por Fernando Reséndiz / @xolotltzcuintli

Límite urbano

Es importante esta relación constante entre el territorio, los objetos que la componen y claro, como dice Saldarriaga, tomar en cuenta y analizar los procesos para llegar a consolidar una sociedad urbana, ya que, son estos procesos los que podrían en un momento dado perjudicar el desarrollo de las ciudades. Es probable que los más afectados ante estos desarrollos perjudiciales sean los centros históricos, ya que sufren una inminente pérdida de identidad por la gentrificación de sus pobladores, expulsando a los “marginados sociales” creados por el mismo sistema, las rehabilitaciones de algunos edificios emblemáticos o incluso su destrucción total, para desarrollar edificios nuevos, sacarle el mayor provecho al uso del suelo y poder realizar un buen negocio neoliberal. Éste fenómeno estrangula las relaciones sociales e históricas de las sociedades, generando una pérdida de la identidad ciudadana. Las sociedades desarrolladas o en desarrollo, da igual, “Con opciones “más civilizadas” y “de moda”; la oligarquía consigue los mismos objetivos: apropiarse del espacio de mayor valor y además que se lo agradezcamos. ¡El capitalismo aprende!” (Garcia, Gonzalez 1979:75).  Por lo tanto, para comprender la ciudad, hay que comenzar entendiendo a la sociedad urbana que la habita y sus fronteras, las cuales se enfrentan todos los días.

La ciudad perfecta es una gran utopía, la cual se va construyendo y al mismo tiempo retroalimentando a sí misma. El capitalismo, es de gran importancia para la ciudad actual, sin embargo no es su principal consecuencia, en el marco de los errores y aciertos de su sistema económico y de proyección física; ya que los burgueses, han abandonado las ciudades, dejándole a la sociedad la inmensa tarea de consolidarlas. El problema radica en el espacio como consecuencia del dinero, que de un espacio físico en sí, el medio urbano en la actualidad es el que predomina, dejando atrás el medio rural; es entonces cuando debemos hablar de centro-periferia, como un medio que debería ser integrado, ya que la ciudad representa un todo, es donde todo se puede mezclar y es dependiente de sus medios. Esta situación es importante, ya que las ciudades que segregan sus servicios, separándolos completamente, suelen ser ciudades disfuncionales y dependientes de otros sistemas, en su mayoría del automóvil; reduciendo así las libertades, aumentando los controles y automatizando la vida social. La solución radica en que no solo se debe de ver la política urbana y de equipamientos, sino a nivel de reorganización social y no desde arriba, sino desde abajo. Transformar la ciudad a partir de lo que existe y tomando en cuenta a los que existen. Visto desde la utopía de una ciudad socialista, en donde no existen segregaciones de ningún tipo, sin elementos distribuidos de forma desigual. Donde existen medios alternos de ver y hacer las cosas, con educación ciudadana de calidad, con más espacios públicos que los privados. Una sociedad más tolerante –dónde las situaciones más bellas de la vida, se den lugar con la habitabilidad de una ciudad abierta a todos– consecuencias que se deben proyectar en una sociedad global creativa y critica. Una ciudad donde los profesionistas que se dedican a constituir los espacios, sean integrales y serviles con su sociedad y cultura.

La ciudad contemporánea se caracteriza por dos principales problemas en su constitución: Las cuestiones del alojamiento y del “hábitat”; las de organización industrial y la planificación global. Estos problemas son originados por el crecimiento económico de la producción industrial; lo que origina un crecimiento cuantitativo, sin desarrollo cualitativo. La vida urbana juega un papel importante en el desarrollo de su sociedad, por lo que, este crecimiento de la ciudad debe ser planteada como un doble proceso, en el que industrialización y urbanización deben tener como objetivo el desarrollo de su sociedad. Es en el espacio público dónde la sociedad desarrolla las experiencias colectivas; mismos actores que deben participar democráticamente para su gestión, para lo cual se deben de crear redes de compromiso entre ciudadanos, grupos organizados y redes de comunicación, para reclamar a los gobiernos soluciones por medio del diseño.

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