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Instantes inadvertidos

Instantes inadvertidos

6 octubre, 2014
por Arquine

por Andrea Griborio | @andrea_griborio

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La fotografía captura la única realidad del tiempo, dictando sentencia sobre el instante congelado que se retrate, Kertesz se reconoció por ser el fotógrafo de la observación, aquel capaz de capturar los detalles obvios y desatendidos de la vida cotidiana a través de la composición o de la manipulación de la realidad, por medio de la luz, la yuxtaposición de elementos, la paciencia para lograr capturar el instante preciso y conducir nuestras miradas a donde se quiere, enmarcando aquello que busca ser descubierto por medio de la mirada de otro.

Es precisamente a un observador a quien Le Corbusier (6 de octubre de 1887 – 27 de agosto de 1965) dibuja en el boceto de un espacio interior de la Ville Radiuse, dirige nuestra mirada a lo que sucede en el fondo, en esa pantalla donde todo parece ocurrir, recrea la imagen de aquel que mira hacia su ciudad contemporánea de tres millones de habitantes, la de la luz del sol, el aire freso y las zonas verdes, aunque sus trazos no nos muestren más que un paisaje donde nubes y bloques parecen superponerse; lo que cobra peso en este boceto es la manera como su dibujo selecciona las divisiones del papel para enmarcar lo que sucede afuera y aquello que realmente quiere contarnos sobre las transformaciones interiores de los apartamentos de esta propuesta a través de líneas que definen las subdivisiones del espacio denotando incluso diferentes usos y como de un mismo plano surgen variaciones donde a veces es piso, otras mesa, otras pared, otras biblioteca y en otras desaparece para dejar ver lo que tiene afuera.

Quien camina por las calles del Greenwich Village, probablemente no repara en esta ventana, posiblemente es una más entre tantas, sin embargo Kertesz a través de su mirada nos muestra desde el exterior un interior, al igual que Le Corbusier en su boceto dirige nuestra mirada a lo que sucede en el fondo dejando que la carpintería que subdivide el espacio nos permita escudriñar en aquello que parece suceder dentro, buscando que casi sin reparar en los detalles de la fachada dejemos colar nuestra mirada entre los libros y descubrir lo que sucede detrás de la cortina, como pretendiendo hallar inadvertido a quien habita el interior de aquella casa.

Podríamos pensar que el observador de Le Corbusier no se ha percatado del lente de Kertesz quien seguramente sabe que detrás de esa ventana encontrará un espacio que no se corresponde con la fachada neo-renacentista del edificio que observa a través de su lente, buscando confirmar sus sospechas de que quien habita el lugar es uno de los artistas, revolucionarios o escritores que le otorgan al Village el carácter de bohemio de la época, podríamos pensar que son los libros que en ambas imágenes aparecen inadvertidos como un elemento más de la composición, lo que nos permite pasar de la realidad de la foto a la intención del boceto, lo que nos hace pensar que el dibujo donde se nos muestra el planteamiento de un uso hasta el momento diferente para el espacio interior, el ideal para la sociedad ilustrada en la que piensa el arquitecto cuando diseña su Villa Radiante, es el mismo con el que Kertesz convive en la Nueva York de mediados del siglo XX y que busca encontrar con el instante que captura de esa ventana.

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