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Ejemplos ejemplares | Escuela de la Bauhaus

Ejemplos ejemplares | Escuela de la Bauhaus

8 noviembre, 2013
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia

Como parte de la serie de “Ejemplos ejemplares” de arquitecturas relacionadas con el tema de la Revista Arquine No.65 | Espacios de Aprendizaje y que sirven para acompañar a los ejemplos que ahí se recogen nos acercamos a uno de los proyectos fundamentales de Walter Gropius: la Escuela de la Bauhaus en Dessau.

Aunque fundada en 1919 en Weimar por Walter Gropius, el famoso edificio de corte racionalista de la Bauhaus fue ejecutado en 1925 en Dessau por el propio Gropius y desarrollado tras el cambio de sede debido al avance del nazismo. El cambio de ciudad permitió, al tiempo, la realización de un nuevo espacio acorde con las ideas de la escuela, empleando nuevos materiales y formas que aplicaran el famoso lema: “la forma sigue a la función” que distinguía a la escuela. La corriente racionalista ya había expresada por Gropius en otros proyectos anteriores como la Fábrica Fagus (1911).

En la Bauhaus, el arquitecto desarrolla una arquitectura austera pero funcional, organizada en varios volúmenes –de acuerdo a las distintas funciones que contenía– que eliminaba lo superfluo pero no renunciaba a la expresividad. “Todo el conjunto está concebido como un lento girar de volúmenes y de planos que agotan en su calidad plástica las fuerzas del movimiento que ellos mismos suscitan. Es evidente que este dinamismo compositivo se basa en el análisis de la mecánica elemental de la palanca y la biela” (1). La nueva Bauhaus en Dessau mostrará una arquitectura acorde entre la expresión de esos ideales y el espacio constructivo. Una escuela transparente, de lenguaje, materiales y sistemas constructivos renovados, que integraban lo funcional y lo estético. Un nuevo espacio desde el que lanzar una visión integral, diferente, donde el dibujo sería una de las muchas expresiones. Gropius romperá con los dogmas del pasado y avanzará hacia una arquitectura nueva que integrara una visión total de la producción. “El objetivo final de toda la actividad creativa es la edificación. La decoración de edificios fue en un momento la más noble de las bellas artes, y las bellas artes eran indispensables para la gran arquitectura. Hoy existen en un complaciente aislamiento, y pueden ser rescatadas solamente por la consciente cooperación y colaboración de todos los artesanos. Arquitectos, pintores y escultores tienen de nuevo que comprender el carácter compuesto de un edificio, a la vez como entidad y en término de sus varias partes. Entonces su trabajo se verá lleno del verdadero espíritu arquitectónico, que como “arte de salón”, ha perdido”. Para Gropius las viejas escuelas de arte eran “incapaces de producir esta unidad (…) Las escuelas deben volver a los talleres. El mundo del diseñador de patrones y del artista aplicado, consistente sólo en dibujos y pintura debe convertirse de nuevo en un mundo en el que las cosas sean construidas. Si el joven que ama la actividad creativa comienza ahora su carrera como en los viejos tiempos aprendiendo el trabajo manual, entonces el artista improductivo dejará de estar condenado a una artisticidad inadecuada, pues sus habilidades serán guardadas para el trabajo manual con el que podrá conseguir grandes cosas” (2).

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(1)   Giulio Carlo Argan, Walter Gropius y la Bauhaus. Barcelona. Gustavo Gili.

(2)   Walter Gropius, Manifiesto. 1919.

 

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