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Aprovecha el Buen Fin

Aprovecha el Buen Fin

16 noviembre, 2013
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci

Sí, la verdad es que hay que aprovechar el Buen Fin… pero para gastar en cultura: inversión  para el cerebro y más gasto para las piernas que tendrán que caminar. En fin les paso un recorrido por el Centro Histórico de la ciudad de México.

Empezaría por visitar una ruina, lo que queda del convento de la Merced: su claustro, una joya de la arquitectura barroca de México Siglos XVI y XVII. Está atrás de Palacio Nacional por la calle de Jesús María y la continuación de Uruguay. Un poco lejano sobre Jesús María esquina con Donceles, pueden visitar otra parte del centro no muy conocida, me refiero a la plaza Loreto (por que con su iglesia neoclásica desplomada —obra de Manuel Tolsa— ofrece una muy bella visión surrealista.

El recorrido seguiría por San Ildefonso, cuna de la cultura mexicana y hoy Museo. La visita obligada es el Salón del Generalito y los murales de Orozco, fuera de serie. Caminando llegarás después a la Plaza de Santo Domingo cuyo espacio urbano es una cátedra de buen diseño. Enfrente está  el edificio de la Inquisición —antigua escuela de Medicina y hoy también Museo. Otra joya barroca cuyo ingreso por la diagonal abre la perspectiva y dinamiza el espacio. Lo notable es que las columnas de la esquina no existen para no tapar la vista. Tecnológicamente muy avanzado.

La iglesia de Santa Teresa, en restauración, es una maravilla, el claustro de Santa Inés se convirtió en el Museo José Luis Cuevas —lástima de la techumbre, muy pesada. Cerca está el edificio del ex-arzobispado recién restaurado muy elocuentemente. Terminaría visitando la Academia de San Carlos  del siglo XIX —antigua escuela de arquitectura y artes— que  tiene un patio cubierto con una estructura de fierro muy ligera y cuenta además con una colección de esculturas en yeso de Miguel Angel —fantásticas— y por supuesto la Victoria de Samotracia como en el Louvre de París. Caminaría por la calle de Moneda, la mejor conservada de la ciudad antigua: todo su entorno es una magnífica mezcla de épocas y estilos del XVI al XIX, empezando por Palacio Nacional —si quieren  vean los murales— y siguiendo por la casa de Moneda, la primera imprenta de América. Pasaría después a visitar el Colegio Nacional —antiguo convento de La Enseñanza, de los siglos XVII y XVIII— recientemente restaurado con una visión contemporánea: se ve la intervención del siglo XX y se funde con los restos antiguos. Me parece muy acertado lo que hizo Teodoro González de León, sobre todo por la introducción de la luz natural: los edificios antiguos eran sombríos y la arquitectura moderna introduce el manejo de la luz con mayor vigor. Junto está una pequeñísima iglesia, una joya más del barroco atribuida a Guerrero y Torres. A pesar de la limitación del tamaño es grandiosa su amplitud espacial. Tiene además una colección de esculturas de papel maché “que no lo te las acabas”, como dicen los jóvenes.

Si ya es lunch time recomiendo comer en la Fonda Santo Domingo, donde se come la mejor ensalada de nopales y entras un poco a la nostalgia con el pianista tocando a Lara. After lunch  pueden ir a ver la calle de Tacuba con su plaza y la famosa escultura del caballito de Tolsá —hoy en desgracia por una estúpida restauración asignada y sin recursos, ¿cuándo aprenderemos? Por supuesto entrar al Palacio de Minería, también de Manuel Tolsa, neoclásico puro del siglo XIX. Los patios y las escaleras son de un diseño perfecto. Todo este entorno urbano está muy completo y bien conservado. Al lado está el edificio de Correos de Adamo Boari y enfrente Bellas Artes, al que deben entrar y sentir el magnífico vestíbulo y terminar con un martini —shaken not stirred, como diría Bond—  en el café de Bellas Artes.

Como se verá, un Buen Fin y si les urge gastarse la quincena o el “domingo” pues caminen   a Madero, la calle más llena de gente del país y lleguen a Zara, en fin que se yo: hagan lo que les plazca.

fs

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